lunes, 22 de abril de 2024

Subida al pico El Águila (1055 metros) por el cortafuegos y bajada por la fuente del Hontanar, desde Paniza


La sierra del Águila, se encuentra situada a unos 50 kilómetros de la ciudad de Zaragoza, entre las Comarcas de Campo de Cariñena y Campo de Daroca, qué, está encuadrada en una serranía de la que forma parte, la sierra de Herrera, la sierra del Peco, la sierra de la Pajaranca y la sierra Castellanos, en una zona protegida con la figura de Lugar de Importancia Comunitaria denominado “LIC Alto Huerva – Sierra de Herrera”.

Sus montes, están bien conservados y parcialmente cubiertos por una densa vegetación, en la que predominas las carrascas, los quejigos, robles y pinos, estos últimos situados sobre todo en las laderas del Cabezo Rodrigo, máxima altitud de esta sierra (1077 metros), aunque la montaña más representativa, es el pico El Águila, atalaya que se visualiza desde varios kilómetros a la redonda, debido a que en ella, se construyó el Santuario de la Virgen del Águila, encuadrada dentro del término municipal de Paniza, que, junto Aladren y Cerveruela, son las tres poblaciones que aportan terreno a la sierra del Águila.

Hoy, aprovechando las rutas que ofrece la Comarca de Campo de Cariñena “Una marcha, un mes, un pueblo”, voy a conocer esta pequeña sierra, a la que algunos incluyen dentro de la sierra de Algairén, donde subiremos por el cortafuegos al pico El Águila y bajaremos por la fuente del Hontonar, desde Paniza.


No suelo ir en grupos numerosos, es más, habitualmente salgo solo al monte o con uno o dos amigos, pero, como a mi mujer le apetece salir en grupo, nos apuntamos los dos. Como ya son casi veinte años juntos, sé, que al final no vendrá, porque le cuesta madrugar, el día de antes, ya comenta que no le apetece, así que iré solo.

Como el viaje es corto, apuro en la cama, salgo y unos minutos antes de la 08:30, me planto junto a la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, cuyo campanario da las señales horarias, con las que iniciamos el recorrido cerca de un centenar de personas, donde salimos de Paniza por la calle Mayor, cruzamos la carretera que va Aladrén, para coger un camino que va paralelo a la carretera, avanzando por un terreno de transición que no ofrece nada a destacar, 
hasta alcanzar el camino de la Virgen, por el que nos enfilamos hacia la sierra del Águila.

Unos metros más adelante, el camino se bifurca en tres. Todas las opciones, acaban subiendo con mayor o menor vuelta al pico El Águila, optando por el camino de Gascones (el del medio) por el que comenzamos a ganar suavemente desnivel, donde aprovecho algún repecho con algo más de pendiente, para aumentar el ritmo y quedarme solo entre dos grandes grupos. A medida que vamos ganando desnivel el panorama va cambiando, los campos de vides van dando paso al bosque, compuesto principalmente por un denso pinar de repoblación, que se entremezcla con alguna carrasca, hasta alcanzar una bifurcación, donde tomamos el ramal de la derecha, por el que continuamos durante un centenar de metros.

En este punto, como el grupo es de lo más variopinto, tenemos la opción de acceder al cordal de forma más suave por el camino de Gascones o subir de forma directa por un sendero, que es la opción que elijo, así que abandono el camino, para subir por el sendero, que en fuerte pendiente atraviesa el pinar, en el que es sin duda, el tramo más bonito de la ascensión, por el que voy pasando uno a uno a la mayoría de personas que iban por delante, ya que, desde que me operaron, salgo tres o cuatro veces por semana.

En un pequeño claro, me detengo un instante para echar un vistazo al entorno, a pesar de subir rápido, me fijo bien en todos los senderos, pistas o caminos que encuentro, ya que la idea es volver con la bici, corriendo o caminando, para acto seguido, afrontar el segundo sector del sendero, con algo menos de pendiente, por el que accedo al cortafuegos, donde las vistas se amplían hacia las otras sierras limítrofes, como el pico Herrera, la sierra de Cucalón o la sierra del Peco, en el que destacan las antenas que pueblan la cima del Picacho de Villarreal, mientras a lo lejos, 
son visibles las blancas paredes del Santuario de la Virgen del Águila, al que, para llegar, toca recorrer los casi tres kilómetros de cortafuegos y en sentido contrario, a más o menos un kilómetro, se ubica la máxima elevación de esta pequeña sierra, el Cabezo Rodrigo, al que podría hacerle una visita rápida, pero, prefiero no dar la nota (son unos 20-30 minutos entre ida y vuelta).

Tras echar un trago de agua, comienzo a recorrer el cordal, bajando una inclinada cuesta con -40% y bastante piedra suelta, en la que es fácil resbalar, 
por lo que, bajo trotando como las cabras, resbalando en alguna ocasión pero manteniendo el equilibro, hasta llegar abajo, donde sigo caminando por el cortafuegos, en el que se desemboca unos metros más adelante, el camino Gascones, donde me junto con un par de corredores, por el que, charrando de montaña, alcanzamos el Puerto de Cerveruela, donde se abren alternativas para subir por una u otra cara de la sierra.

Aquí, abandonamos el camino de Gascones, que bordea la montaña para enlazar con la pista asfaltada que accede desde el Puerto de Paniza al Santuario, para tomar un sendero, por el que, entre carrascas vamos ganando cada uno a su ritmo desnivel, transformándose en camino unos metros más arriba, por el que accedo a la planicie en la que se ubica el Santuario de la Virgen del Águila, construido en 1519 y destruido en 1809, durante la Guerra de la Independencia, reconstruido en 1817 e inaugurado en 1824. 

Las vistas son fantásticas, pero, disfrutaré de ellas más tarde. Ahora, accedo al interior, donde me recibe un gran patio central en el que se ubica la capilla y a los lados, varios salones con mesas y sillas (hay baños). En uno de ellos, han preparado el almuerzo, tortilla de patata, empanada, embutido, frutos secos, bizcocho del obrador del pueblo, acompañados de vino de la tierra, cerveza (Ambar), bebida isotónica y agua, que sientan de maravilla, ya que no he desayunado por no hacer ruido.

Salimos de Paniza, cruzamos la carretera, para coger un camino por el que avanzamos durante kilómetro y medio, hasta enlazar con el camino de la Virgen
Hasta llegar a una bifurcación, donde en ligero ascenso continuamos por el camino de Gascones, donde a medida que vamos ganando desnivel, los campos de vides
Van dando paso al bosque, compuesto principalmente por un pinar de repoblación
Que se entremezcla con alguna carrasca, hasta alcanzar una bifurcación
Donde aprovecho la altura, para echar una mirada atrás y disfrutar de las vistas hacia la sierra de Algairén
Y continuar por el ramal de la derecha, durante un centenar de metros, hasta llegar a un punto, donde podemos seguir por la pista
O por las trazas de un sendero, que es la opción que elijo
Para en fuerte ascenso, atravesar el pinar, en el que es sin duda, el tramo más bonito de la ascensión
En un pequeño claro, me detengo un instante para observar el panorama, para acto seguido, afrontar el segundo tramo de sendero
Por el que accedo al cortafuegos, donde se amplían las vistas hacia el las sierras de Herrera, Cucalón
Y del Peco, donde destacan las antenas que pueblan la cima del Picacho de Villarreal
Mientras a lo lejos, observo las blancas paredes del Santuario, al que me aproximo bajando por una pendiente del -40%
En el que desemboca el camino de Gascones, que traza varios subes y bajas
Hasta alcanzar el Puerto de Cerveruela, donde se abren varias opciones para subir por una u otra cara de la sierra
Punto, en el que abandonamos el camino de Gascones, para tomar un sendero a mano derecha
Que un poco más arriba, se transforma en un camino, por el que accedo al pico El Águila y al Santuario de la Virgen del Águila
Con un patio central en el que se ubica la capilla y varios salones

Poco a poco, la gente va llegando, aprovecho para salir fuera y disfrutar de las vistas que, con la calima no son todo lo extensas que deberían, ya que, en días despejados se ven perfectamente la sierra de Guara y los Pirineos, pero hoy, alcanzan hasta la sierra de Algairén, la sierra de Vicort, la sierra de la Nava Alta con la Peña las Armas y el Bollón como máximos exponentes, además de toda la llanura con sus muelas que conforman la estepa zaragozana.

Entre pitos y flautas, llevo una media hora, la gente empieza a bajar mientras varios ciclistas llegan a la cima, algo muy habitual, ya que suele ser una de las salidas clásicas que se hace desde la ciudad o las poblaciones colindantes, ya que hay una pista asfaltada que sube desde el Puerto de Paniza.

Para bajar, desde el mismo Santuario hay un par de senderos, pero, por lo visto vamos a bajar por la fuente del Hontanar, así que, lo hacemos por la pista asfaltada durante un kilómetro, pegados a uno de los extremos, ya que los ciclistas suben y bajan, hasta localizar a mano derecha un sendero, por el que rápidamente nos adentramos en el pinar, donde espero unos minutos para quedarme solo.

Después, continúo caminando por el sendero que apenas presenta desnivel, fotografiando la naturaleza que esta primavera ha sido bendecida con unas buenas lluvias, lo que hace que el monte presente un verdor espectacular, por lo que disfruto paso a paso, observando, como a medida que voy perdiendo desnivel, la vegetación va cambiando y los pinos dan paso a las carrascas, que, se alternan con los claros, por lo que el sol entra con ganas, algo que se empieza a notar, ya que para hoy, dan temperaturas cercanas a los 30º.

Unos metros más adelante, el sendero desemboca en los restos de un camino que va paralelo al cauce de un barranco, donde coincido con un par de personas del pueblo. Aquí, abandonamos el camino que más tarde recuperaremos, para tomar el sendero perfectamente identificado, que va a la fuente del Hontanar, por el que en ligero ascenso vamos disfrutando de un preciso bosque, donde a las carrascas se le suman algunos ejemplares de roble y pinos carrasco, estos últimos, en mayor porcentaje, justo en el lugar en el que se ubica la fuente del Hontanar, que según comentan los vecinos, siempre ha llevado agua, pero, al limpiar la canalización la cegaron.

La verdad, que el lugar es bien chulo, por lo que paro un instante para hacer unas fotografías, para acto seguido, continuar por el sendero que desemboca en un camino de tierra, recientemente arreglado (quedo destruido en la riada de hace un año), en el que me comentan que se puede subir al santuario en bicicleta, que, tomamos en sentido descendente, observando como el panorama va cambiando y bosque, da paso de nuevo a los campos de vides, donde el sol pega a saco, por lo que paro un instante a quitarme el cortavientos.

Ya, con Paniza a tiro de piedra, camino en soledad, vadeo por las piedras el arroyo de Carradaroca, para seguir avanzando hasta alcanzar las estribaciones de Paniza, donde, sobre una loma se ubica la ermita de Santa Quiteria. Ahora, tan solo me queda callejear, tomando de referencia la torre del campanario de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, donde cierro está bonita circular, en la que he ido anotando las diversas opciones para una futura vuelta tanto a pie como en bicicleta y de los suculentos almuerzos que ofrecen en esta población, que yo bautizo como “Ibiza” zaragozana, ya que raro es el fin de semana que no hay fiestas.

Tras el almuerzo, salgo al mirador desde el que contemplo la sierra de Algairén, la sierra de Vicort
La sierra de la Nava Alta, en la que destacan la Peña Las Armas y el Bollón
Más todas las llanuras con sus muelas, que conforman la estepa zaragozana
Para bajar, desde el mismo Santuario salen un par de senderos, pero, como vamos a bajar por la fuente del Hontanar
Lo hacemos por la pista asfaltada durante un kilómetro
Hasta localizar a mano derecha un sendero
Por el que nos adentramos en un espectacular bosque de pinos
En el que me detengo para fotografiar la naturaleza, en una primavera bastante lluviosa
Por lo que disfruto paso a paso, observando, como a medida que voy perdiendo desnivel, los pinos
Dan paso a las carrascas que, se alternan con zonas más claras de vegetación
Donde el sol empieza a calentar, enlazando un poco más abajo con un viejo camino, donde tomamos el sendero
De la fuente del Hontanar, donde en ligero ascenso, vamos disfrutando de un bosque de carrascas, robles
Y pino carrasco, que se concentran especialmente en la zona en la que se ubica la fuente del Hontanar, que conforma un rincón bien chulo
Después, seguimos por el sendero, que desemboca en una camino que, tomamos en sentido descendente
Observando como el panorama cambian por completo y el bosque da paso a los campos de vides
Ya, con Paniza a tiro de piedra, seguimos avanzando hasta alcanzar las primeras casas, donde localizo en lo alto de una loma
La ermita de Santa Quiteria, para acto seguido, callejear tomando de referencia el campanario de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, donde cierro la circular

domingo, 31 de marzo de 2024

Ascensión a la Peña Robla (1808 metros) y el Puntal de Petrosos (1859 metros) por el bosque de Yandel, desde Panticosa

El valle de Tena, es un valle pirenaico situado en la comarca aragonesa del Alto Gállego, cuya entrada natural, está a la altura del estrecho de Santa Elena, llamado popularmente el “zoque”, que son los restos de una antigua morrena glaciar, siendo recorrido de norte a sur por el río Gállego, que es uno de los principales afluentes del río Ebro.

Hace de frontera con el valle francés de Ossau, con el que se comunica a través del paso de Portalet, siendo uno de los valles más extensos y poblados del Pirineo, con una superficie de 400 km², que va desde los 600 metros de altitud en su parte más baja hasta superar los 3000 metros en muchas de sus cimas, en la que destacan el Balaitus, la Gran Facha o los Picos del Infierno.

El valle, cuenta con cuatro municipios, cuya población está dividida en varias pedanías, que, dependen administrativamente de ellos. Los núcleos urbanos son: Sallent de Gállego (ostenta la capitalidad del valle), Hoz de Jaca, Biesca y Panticosa, está última, ubicada junto a la confluencia de los ríos Caldarés y Bolática, donde parte de su término municipal, está ocupado por el monumento natural de los Glaciares Pirenaicos.

Con un riesgo alto de aludes, hoy, tocar hacer una actividad por el entorno de las estaciones de esquí, así que, en compañía de Cosmín, vamos a disfrutar del bosque de Yandel, un espectacular bosque de hayas, abedules y bojes, por el que ascenderos a la Peña Robla, una pequeña elevación, que resulta ser un magnífico mirador del valle de Tena. 


Llevamos desde la pandemia sin tocar los esquíes, así que, aprovechamos las últimas nevadas para hacer algo en las proximidades de las estaciones de esquí. La idea principal, era subir a alguna de las montañas del entorno de Formigal, pero, de camino vemos que esta cubierto de nubes y en la radio, anuncian que la frontera por el Portalet esta cerrada.

En Panticosa, el día está más despejado, no hemos madrugado, porque, si bien he tenido puente, Cosmín, trabajo ayer de tarde. Mientras se va a los porches para alquilar el material, preparo el equipo, el tiempo pasa volando y la tienda debe estar concurrida, porque lleva un buen rato. Casi media hora después, aparece con el equipo y comenta que, tenía delante algunas personas, que estaban buscando un casco que conjuntará con el equipo ...

Pasadas las 11, por fin nos ponemos en marcha, salimos caminando del aparcamiento inferior, observando los Dientes de Batanes, cruzamos el puente que salva las aguas del río Bolática, en el que desemboca la pista de Estrimal, abierta pero bastante maltrecha, debido a que el día anterior hubo competición, que, utilizaremos para bajar.

En esta misma confluencia, aprovechamos para calzar esquíes e iniciamos la circular en sentido antihorario, foqueando por un camino asfaltado que mantiene un fina capa de hielo, por el que avanzamos por uno de los extremos, en el que se ha acumulado algo más de nieve, obviando el ramal que va en sentido descendente, para continuar por el camino principal, que un poco más adelante se transforma en un bonito sendero, por el que nos adentramos en un bosque de bojes, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PR-HU92, que conecta las poblaciones de Sallent de Gállego con Hoz de Jaca, que comparte este tramo con el GR.16, donde al estar a sobre los 1200 metros, la nieve escasea, por lo que avanzamos con cuidado, evitando las piedras y los tiburones, cubiertos por una fina capa de nieve, que podría dañar las pieles de foca, teniendo que descalzarnos en contadas ocasiones.

En un pequeño claro, llama nuestra atención un cerro rocoso, que mirando los mapas podría tratarse de la Peña Santa Cruz o A Pedriza, está última con mayor porcentaje de acierto, ya que hace honor a su toponimia, para acto seguido, continuar por el sendero, en el que a medida que avanzamos, el bosque se va cerrando hasta formar túneles naturales, donde unas correntías descargan sobre el sendero, encharcando la zona y deshaciendo la nieve, causa, por la que descalzamos de nuevo, para salvar este tramo de poco más de un centenar de metros y continuar paralelos al barranco de Yandel, qué, conforma un precioso rincón y vadeamos un poco más adelante.

Una vez en la margen izquierda, poco a poco la nieve va aumentando, la pendiente es suave en todo momento, por lo que ascendemos cómodamente, alcanzando un par de bifurcaciones, donde primero seguimos hacia Hoz de Jaca y luego al ibón Sabocos, elevándonos unos metros por encima del bosque, donde aprovechamos para disfrutar de las vistas, no muy amplias debido a la nubosidad que empieza a cubrir la zona de Panticosa, pero, lo suficiente para distinguir en medio del valle, la doble cima de la Peña Foratata, además de todo el sector de cimas secundarias que componen el pico Pacino, la Punta Cochata y la Punta del Cantero.

A medida que vamos ganando desnivel, la nieve aumenta, hasta que sobre la cota 1400 metros, el manto es lo suficientemente grueso como para foquear sin necesidad de ir atentos a los "tiburones", adentrándonos de nuevo en un espectacular bosque de hayas y abetos, donde el sendero va trazando una serie de lazadas, parándonos cada dos por tres para inmortalizar el momento, que, para una vez que salimos en invierno, tampoco vamos a ir con prisas, mientras el sendero desemboca en una vaguada, en la que se ubica la cabaña de Yandel, donde, tenemos la opción de atajar, para dar la vuelta a la Peña Santa Cruz (izquierda) o seguir subiendo hasta la Peña Robla (derecha).


Salimos caminando del aparcamiento inferior, observando los Dientes de Batanes, hasta alcanzar el final de la pista de Estrimal
Donde calzamos los esquíes e iniciamos la circular, foqueando por un camino asfaltado, obviando el ramal que va en sentido descendente
Por el que avanzamos por uno de los extremos, que acumula algo más de nieve dura
Qué, un poco más adelante da paso a un bonito sendero, en el que nos adentramos en un bonito bosque de bojes
Tomando de referencia las marcas blancas y amarilla del PR-HU92. que comparte este tramo con el GR.16
Al estar sobre los 1200 metros, la nieve escasea, por lo que avanzamos con cuidado, evitando las piedras y los "tiburones"
Saliendo a un pequeño claro, en el que divisamos un curioso cerro rocoso, que podría tratarse de la Peña Santa Cruz o A Pedriza
Para acto seguido, continuar por el sendero, donde el bosque se cierra formando túneles naturales, sobre el que desaguan varias escorrentías
Donde descalzamos un centenar de metros, para continuar pegados al cauce del barranco de Yandel, que, vadeamos más adelante
A medida que vamos ganando desnivel, la capa de nieve es mayor, pasamos un par de bifurcaciones, donde primero vamos hacia Hoz de Jaca
Y luego, al ibón de Sabocos, mientras el sendero nos eleva por encima del bosque, disfrutando de las vistas hacia la zona de Panticosa
El valle de Tena, donde destaca entre las nubes, la doble cima de la Peña Foratata, además del pico Pacino 
Más todo el conjunto de cimas secundarias que van hasta la Punta del Cantero
Sobre la cota 1400, el manto de nieve es lo suficiente grueso, como para no ir atento al sendero
E ir disfrutando del entorno, un fantástico bosque de hayas y abetos
Que atravesamos, mediante largas lazadas
Hasta salir a una vaguada, en la que se ubica la cabaña de Yandel, donde la huella se va en dos direcciones

Si bien vamos algos tardíos, como la huella sigue en ambas direcciones, nos vamos por el ramal que sube a la Peña Robla, donde la nieve se acumula en cantidad, por lo que la atravesamos de punta a punta, aprovechando la huella existente hasta enlazar con un camino, que, trazando un par de lazadas, permite que subamos cómodamente sin apenas ganar desnivel, observando como el día va mejorando y el sol, permite disfrutar de la sierra de la Partacua con la Peña Telera como principal protagonista, acercándonos poco a poco a la base de la Peña Robla, a cuya cima, apenas nos quedan trescientos metros de desnivel.

A partir de este punto, la pendiente se acentúa, la nieve empieza a estar humedecida, por lo que subimos sin salirnos de la huella, protegidos por el bosque de Yandel, trazando cortas lazadas mientras intento subir una de las alzas, pero, las rosetas están viejas y se doblan, por lo que descalzo uno de los esquíes. Al pisar fuera de la huella, me hundo hasta la rodilla, la pendiente es acusada y cuesta volver a arrancar, por lo cual, allano un poco la zona para facilitar el arranque, para acto seguido, continuar la ascensión hasta llegar a la altura de Cosmín, que, me espera en una zona más suave, donde realizamos una pequeña travesía, por la que accedemos a la pala final de la Peña Robla, donde avanzamos disfrutando de las vistas hacia la sierra de la Partacua y al Puntal de Petrosos, a la que subiremos para coger una pista azul.

De momento, seguimos remontando el centenar de metros que nos queda para llegar a la cima, donde la nieve está destrozada por un sin fin de huellas, por lo que elegimos las que nos permiten subir "en modo ahorro", hasta alcanzar la redondeada cima de la Peña Robla, donde, esperábamos ser recibidos por el viento, pero, apenas sopla una brisa. El sol, pega con ganas y se está de maravilla, así que, mientras conversamos con un montañero navarro, echamos un trago, picoteamos y disfrutamos de las vistas, que se amplían hacia Peña Blanca, Peña Roja, Mandilar y la zona del Balneario de Panticosa, en tanto, sube otro travesero, al que preguntamos por la ubicación de las pistas (no caímos en mirar el mapa de pistas en el móvil), ya que, la idea inicial es subir a Petrosos y bajar por la pista azul de Petrosos, aunque justo por debajo de la Peña Robla, va una pista, que aparentemente tiene poco desnivel (pista roja de Mazaranuala).

Al final, decidimos ir a lo seguro, quitamos focas y bajamos una veintena de metros caminando. Calzamos los esquíes y nos deslizamos por una nieve húmeda pero que se deja esquiar, hasta alcanzar la pista de Mazaranuala, que podríamos coger en sentido ascendente, pero, preferimos remontar una loma para enlazar con la pista de la Pala Petrusos, por la que acometemos los últimos metros con la Peña Robla y la sierra de la Partacua de fondo, plantándonos en un momento, en la concurrida cima del Puntal de Petrosos, a la que llega el telecabina, en la que descartamos subir al ibón de Sabocos.

En la cima, permanecemos el tiempo justo para hacer la transición, echamos un trago e iniciamos el descenso por una pista azul, que conecta con la pista de Petrosos, por la que bajamos trazando largos giros al comienzo para no coger mucha velocidad e ir cogiendo confianza, bajando mejor de lo esperado, continuando un poco más abajo por la de Fobas I, que rápidamente da paso a la pista roja de Selva Verde, con una nieve algo dura que da la sensación de ir botando, que, para ser roja, no es complicada y tan solo tiene una rampa final, en la que tengo que hacer una caída controlada, por la que accedemos a la llanura de la Selva Verde, en la que se ubica el telesilla de Petrosos, que veíamos desde la cima de la Peña Robla.

Al final, hubiera salido más rápido bajar directamente por Mazaranuala, porque el tramo azul ha sido poco, pero bueno, para otra vez ya conocemos otras opciones. Ahora, toca bajar al aparcamiento, podríamos hacerlo por el Bosque, pero, viendo como estaba el sendero hasta los 1400 metros, vamos a rascar seguro, así que, cogemos la pista roja de Estrimal, que, comentan está destrozada en la parte final, por la que descendemos alargando o acortando el giro, dependiendo de la pendiente, lo que provoca que acabe besando el suelo en un par de ocasiones.

El último tramo, Cosmín tira para abajo en modo “supervivencia”, yo, prefiero recoger los esquíes en la mochila. La nieve, está muy trillada, con calvas, montículos y lo único que voy a sacar es otro porrazo, por lo que bajo caminando por un extremo de la pista disfrutando de las vistas, hasta alcanzar el aparcamiento, dando por finalizada esta interesante subida a la Peña Robla.

En este lugar, atravesamos la vaguada, enlazamos con un camino, por el que en suave ascenso
Vamos recorriendo la loma, de punta a punta, en una mañana que se va abriendo
Lo que permite, que vayamos disfrutando de las vistas hacia la sierra de la Partacua
Acercándonos mediante lazadas, a la base de la Peña Robla
A partir de este punto, la pendiente se acentúa, aprovechamos la huella para subir, protegidos por el bosque de Yandel
Accediendo a la pala final de la Peña Robla, donde observamos la Peña Telera
Y al otro lado, el Puntal de Petrosos, al que subiremos para descender por las pistas
Aunque de momento, seguimos remontando el centenar de metros que nos quedan, por una nieve con un sinfín de huellas
Por la que llegamos a la cima de la Peña Robla, donde a las consabidas vistas de la sierra de la Partacua
Se le unen Peña Roya, Peña Blanca
Mandilar
Y la zona del Balneario de Panticosa
Desde la cima, descendemos por una nieve húmeda, que se deja esquiar
Hasta alcanzar la pista de Mazaranuala, que cruzamos
Para remontar la Pala Petrosos, con la Peña Robla y la sierra de la Partacua de fondo
Hasta alcanzar el Puntal de Petrosos, donde finaliza el telecabina de la estación e iniciamos el descenso por la pista azul de Petrosos
Enlazando más abajo con la roja de Estrimal
Por la que descendemos con algún que otro susto, hasta la parte final, donde la nieve
Esta destrozada, con calvas, montículos ..., por lo que guardo los esquíes y desciendo a pie disfrutando de las vistas hasta el aparcamiento

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